Si hay un movimiento nacional que será recordado a lo largo de toda la historia panameña, sin duda alguna, es el de la Cruzada Civilista. Esta multigremial nació la noche del 9 de junio de 1987, luego de las denuncias realizadas por el entonces Coronel Roberto Díaz Herrera. Fue una gran alianza entre organizaciones cívicas, productivas, profesionales y comerciales del país, además de contar con el apoyo de la Iglesia Católica.
La Cruzada Civilista se inspiró en el movimiento civilista de Filipinas de 1986, el cual derrocó por la vía pacífica al presidente Ferdinand Marcos. Se estableció con el propósito principal de instaurar la democracia y justicia en Panamá. Apeló a que los panameños participaran de la desobediencia civil, incitando al no pago de impuestos y de servicios básicos como teléfono, agua y luz.
Las protestas de la Cruzada Civilista se caracterizaban por el toque de pailas, bocinas y pitos. Asimismo, el blanco era su color oficial y se le veía en pañuelos, banderas, suéteres y gorros. Lugares como la Vía España (a la altura de la Iglesia del Carmen) y la Calle 50 eran sitios predilectos para reunir a los manifestantes, quienes muchas veces terminaron siendo reprimidos por las unidades antimotines “Doberman” de las Fuerzas de Defensa de Panamá.
Las concentraciones no se limitaron a la provincia panameña; también se suscitaron en provincias como Chiriquí, Herrera, Veraguas y en especial en Colón.
Si bien el régimen de Manuel Antonio Noriega no cayó con la movilización pacifista que deseaba la Cruzada Civilista, si logró el objetivo de crear conciencia nacional sobre la situación imperante de aquellos años. Más importante aún es que Panamá llegó a obtener la tan anhelada democracia luego de la invasión de 1989.