Un eminente prócer de la separación panameña de Colombia que muy pocos recuerdan en la actualidad, pero cuyo rol es igual de importante y que merece ser recordado. Federico Augusto Boyd López nació en la Ciudad de Panamá en la década de 1850, específicamente el 24 de septiembre de 1851, cuando el istmo aún estaba unido a la República de la Nueva Granada.
Hijo de María López de Boyd y Archibaldo Boyd, Federico se consagró a temprana edad al mundo de los negocios en los que, gracias a su dinamismo, honradez y capacidad para los mismos, logró amasar una fortuna. Es en este periodo donde estudia para ser abogado, profesión que ejerció con gran amor hacia los intereses en favor de la región panameña.
Se desenvolvió de igual forma en el ámbito político. En 1888, llegó a ocupar – por elección – un puesto en el Consejo Municipal de la Ciudad de Panamá, logrando presidirlo por un tiempo.
Se ganó el beneplácito de personalidades de la época como Vicente Alfaro, Constantino Arosemena, Alejandro V. Orillac y Pedro J. Sosa, quienes apoyaron la construcción de diversas obras públicas de la ciudad, entre las cuales están el parque de Santa Ana, El Matadero y La Zahurda.
Federico Boyd supo de la imperiosa necesidad de construir un acueducto para la ciudad, lo que lo llevó hasta Bogotá, Colombia, para realizar las debidas gestiones. Lastimosamente, la obra no se concretó por discrepancias políticas en contra del istmo.
En 1892, Boyd se unió a una comisión especial (conformada por José Domingo de Obaldía, Eduardo de la Guardia, Manuel Amador Guerrero y Obispo Peralta) que viajó a Colombia para pedirle al gobierno del presidente colombiano Rafael Núñez una prórroga, solicitada por la compañía del canal francés en Panamá, para proseguir las labores de construcción de la vía interoceánica. Si bien la prórroga se concedió, la empresa francesa fracasó del todo al quedarse sin fondos en 1898.
Para mediados de 1903, trabajaba en la compañía del ferrocarril panameño cuando le tocó ir hasta Nueva York (Estados Unidos) para buscar asistencia y llevar a cabo la posterior separación de Panamá de Colombia, hecho que se dio el 3 de noviembre de 1903.
Su intervención en la emancipación le dio mayor renombre cuando pasó a ser parte de la Junta Provisional de Gobierno junto a Tomás Arias y José Agustín Arango. Dicha Junta dirigió la nueva república desde el 4 de noviembre de 1903 hasta el 20 de febrero de 1904, fecha en que Manuel Amador Guerrero se convirtió en el primer presidente.
Cabe mencionar que, entre los días 9 de noviembre y 7 de diciembre de 1903, Federico Boyd fue sustituido por Manuel Espinosa Batista como integrante de la Junta. Este reemplazo se debió a que efectuó un viaje a Washington (siendo acompañado por Amador Guerrero y otros más) con el objetivo de examinar el texto correspondiente al tratado del canal. Sin embargo, el tratado ya había sido firmado por el francés Philippe Bunau-Varilla, designado Ministro Plenipotenciario de Panamá en los Estados Unidos por la Junta Provisional de Gobierno.
En el año 1906, Boyd es elegido como diputado de la Asamblea Nacional en representación de las provincias de Bocas del Toro y Colón. En 1908, trabajó como Cónsul General Encargado de Negocios en El Salvador, Honduras y Nicaragua.
Se convirtió más adelante en el cuarto presidente del país cuando la Asamblea lo escoge en su calidad de Segundo Designado. Duró sólo cinco días como mandatario, del 1 al 5 de octubre de 1910. Dado el cortísimo tiempo que estuvo en el poder, no se tomó la molestia de nombrar un nuevo gabinete y continuó con los mismos ministros de la administración anterior.
Fue Secretario de Relaciones Exteriores entre 1911 y 1912. Formó parte de la Comisión Mixta establecida por Panamá y Estados Unidos para resolver los asuntos legales que dieron origen a las expropiaciones que demandaba la apertura de la vía interoceánica.
Desempeñó en los últimos años de su vida el importante puesto de Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Panamá ante los gobiernos de Holanda, Bélgica y Alemania. La muerte lo sorprendió en dicho cargo el 25 de mayo de 1924, cuando estaba de visita en Nueva York.
Sus honras fúnebres se realizaron el 5 de junio, en donde el doctor Octavio Méndez Pereira declamó un fervoroso discurso en su honor.