El 3 de enero de 1990, el nombre René De La Cova se propaló a los medios noticiosos al ser el agente de la DEA (“Drug Enforcement Administration” o “Administración para el Control de Drogas” en español) encargado de arrestar al recién depuesto narcogeneral Manuel Antonio Noriega, quien se mantenía refugiado en la Nunciatura Apostólica desde el 24 de diciembre de 1989 producto de la invasión del día 20.
De igual forma, el agente tuvo la tarea de registrar las diferentes propiedades que poseía Noriega, incluyendo una de sus residencias en la cual se encontró el 22 de diciembre de 1989 nada menos que casi 6 millones de dólares en efectivo, además de tarjetas de crédito y armas de diversos calibres.
Este personaje, quien se unió a la DEA en 1983, empezó su carrera policial en el Departamento de Policía de Margate, donde trabajó durante ocho años de manera impecable. Sin embargo, toda su buena reputación se vino abajo en la primera mitad de la década de 1990.
El 25 marzo de 1994, la opinión pública se entera que De La Cova es declarado culpable, al obtener $760,000 en dinero proveniente de lavado de dinero del narcotráfico mientras era agente de la DEA en el área de Fort Lauderdale.
Mary Butler, fiscal federal del caso, dijo que De La Cova aceptó el dinero de presuntos narcotraficantes el 17 de julio de 1993. Él estaba supervisando una operación encubierta en la que agentes de drogas se hacían pasar por lavadores de dinero para narcotraficantes. De La Cova había aceptado $3,000,000 de los presuntos traficantes y lo entregó al gobierno.
La investigación inició a mediados de octubre de 1993 luego que un banquero notó que De La Cova había depositado una cantidad sustancial de dinero en una cuenta bancaria. Después de 45 días de pesquisas, el agente acordó declararse culpable en el mes de diciembre y cooperar con los investigadores.
Firmó un acuerdo de declaración de culpabilidad en el que la Oficina del Fiscal de los Estados Unidos se comprometió a recomendarle una sentencia de dos años y acordó no presentar cargos contra su esposa, Theresa De La Cova, que también era agente de la DEA y dijo desconocer de la actividad ilícita de la que su esposo fue parte.
Según el acuerdo de culpabilidad, la pareja tuvo que renunciar a la DEA en diciembre de 1993. Asimismo, se acordó pagar la restitución total del dinero que René De La Cova obtuvo de modo mal habido. Paralelo a ello, tuvo que pagar una multa de $25,000 que fue impuesta por el juez federal de distrito, Donald Graham, quien le ordenó que comenzara a cumplir su condena de dos años en prisión el 25 de mayo de 1994.