Un individuo considerado por muchos como fundamental en los carnavales de antaño es sin duda el resbaloso. Estos personajes, que personificaban a los habitantes negros de África que se rebelaron contra la esclavitud española, eran amados y odiados al mismo tiempo.
Amados por lo extravagante con que solían vestirse, los resbalosos usaban harapos viejos o atuendos coloridos, se pintaban la cara, usaban pelucas o sombreros, y en ocasiones portaban máscaras de diablicos. Por otro lado, eran odiados (más que todo por los niños) porque tenían la costumbre de salir a asustar y de molestar a la gente con arrojarles agua, serpentina, confites o harina, aunque todo era parte de la dinámica del carnaval.
Ellos también eran conocidos por pedir, con lata en mano, dinero a los transeúntes. A veces se metían en el juego de acosar (de forma 100% relajosa) al individuo o simular un secuestro hasta que este le diera algo de plata, sin importar la cantidad que fuese.
Respecto al origen real de este personaje, sólo se sabe que provienen de la época cuando los carnavales únicamente eran celebrados por las clases populares que residían en los suburbios de Santa Ana, mucho antes de 1910, año en que se oficializaron los carnavales. La tradición de ver a los resbalosos se limitó a las provincias de Colón y Panamá, siendo poco común verlos en el resto de las provincias.
Desde inicios de los años 2000, la moda de los resbalosos fue perdiendo fuerza en parte por las prohibiciones impuestas por la Alcaldía de Panamá, que restringía pintarse el cuerpo y poner en práctica métodos para obtener dinero durante carnavales. La alcaldía aplicó esta medida por asuntos de seguridad ya que habían malhechores que comenzaron a disfrazarse para robar a las personas.
Las siguientes imágenes te dan un vistazo de cómo ha ido evolucionando el resbaloso a través del tiempo.
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