El suntuoso monumento de bronce de Cristóbal Colón, situado entre las calles 2 y 3 del Paseo Centenario, es sin duda uno de los íconos más antiguos de la ciudad de Colón.
A diferencia de otras estatuas, su historia no se limita al tradicional obsequio que un país extranjero le envía a otro, sino que va más allá e involucra con el pasar del tiempo a los franceses y estadounidenses.
El génesis de la estatua se da en 1864, cuando la emperatriz francesa Eugenia de Montijo quiso obsequiarle a la ciudad de Veracruz, México, un monumento con la imagen del genovés Cristóbal Colón abrazando a una indígena que representa al continente americano. Escogió este destino como señal de apoyo a Fernando Maximiliano José, emperador de México de origen austriaco.
La emperatriz le encargó la tarea al escultor italiano Vincenzo Vela, quien la tuvo lista en 1867 y la exhibió en la Exposición Universal de París de aquel año. No obstante, el imperio de Maximiliano sufrió una insurrección que lo llevó a ser ejecutado en junio de 1867. Este suceso evitó que la estatua fuese enviada a México.
El general Tomás Cipriano de Mosquera fue presidente de Colombia (país al cual Panamá estaba unido en calidad de Estado federal) entre 1866 y 1867. Durante ese periodo viajó a París donde tuvo un encuentro con Eugenia de Montijo. Ella mencionó el tema del monumento, a lo que el general Mosquera le habló de la ciudad de Colón, fundada a comienzos de la década de 1850 gracias al ferrocarril de Panamá.
La emperatriz resolvió en mandar la escultura a Colón, hecho que se materializó a inicios de abril de 1870 cuando fue embarcada hacia Panamá. Arribó a las costas colonenses el 29 de abril, y la ceremonia se realizó el 1 de mayo en el patio de la estación del ferrocarril. El evento ceremonial contó con la presencia del entonces presidente del Estado de Panamá, Buenaventura Correoso, y del enviado especial de Eugenia de Montijo.
A lo largo de la década de 1870, la imagen permaneció en las cercanías de la estación ferroviaria. A finales de diciembre de 1879, los franceses, comandados por el conde Ferdinand de Lesseps, estaban preparándose para empezar los trabajos de construcción del canal en suelo istmeño.
Cuando el conde llegó a Colón, vio como la base de la estatua se encontraba deteriorada, por lo que solicitó permiso a las autoridades locales para moverla a lo que sería su residencia localizada en la naciente zona de Cristóbal. De manera curiosa, de Lesseps celebró dicho traslado efectuando una pomposa reinauguración el 21 de febrero de 1886.
El 15 de junio de 1904, se suscribe el convenio que delimita la frontera de la Zona del Canal. La efigie, al estar ubicada en el área de Cristóbal, pasó a dominio norteamericano. Lógicamente, esto cayó como un trago amargo a los panameños quienes iniciaron una serie de gestiones diplomáticas a fin de recuperarla. Sin embargo, las autoridades del canal, bajo la premisa de que cualquier cosa ubicada dentro de los límites de la zona pertenecían a, se mantuvieron inflexibles en acceder a las peticiones de devolución.
En 1916, el monumento fue movido de Cristóbal para ser instalado en el terreno trasero del nuevo Hotel Washington, algo que el gobierno de Panamá vio como un paso transitorio.
El 16 de diciembre de 1929, Roy Tasco Davis es designado Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de los Estados Unidos en Panamá. Su nombramiento vino a ser un punto de inflexión en el asunto de la estatua de Colón. El diplomático estadounidense, luego de consultar el Washington, manda una nota el 31 de mayo de 1930 al Dr. Juan Demóstenes Arosemena, quien era el Secretario de Relaciones Exteriores de Panamá de la época.
La nota decía a continuación:
Desde luego que parece ser que dicho monumento es propiedad de Panamá, y el Gobierno de los Estados Unidos, conviene en su inmediata remoción del sitio en que se encuentra y su traslado a cualquier punto que sea satisfactorio para el Gobierno de Vuestra Excelencia.
Es de esta forma que la estatua hace su último viaje con dirección al Paseo Centenario. Inaugurada por tercera vez el 21 de diciembre de 1930, la nueva base fue creada por el italiano Genaro Ruggieri. Desde entonces, se ha mantenido en el lugar sin ningún tipo de cambio.
Que estatua más fea y cómo siempre ponen al dueño de la tierra q el español robó agachando el lomo
La mentalidad del siglo 19 y principios del 20 no tiene los matices de “políticamente correcto”, ante una visión colonialista, europeísta y por su puesto racista. Ya hay una guerra contra este tipo de monumentos y Colón es uno de los que encabezan la lista, incluso en la ciudad de Nueva York en el famoso Columbus Circle hay fuertes tendencia a su remoción.
Indios agachados…como siempre.