El año 1951 dejó una amarga experiencia en Panamá con la cancelación de las fiestas del rey Momo, y esto se debió a la epidemia de poliomielitis (o polio) que se desató en el país desde mediados del año anterior.
Si bien la polio está erradicada actualmente en gran parte del planeta (aún se mantiene de forma endémica en pocos países), no era el caso en la primera mitad del siglo XX cuando la enfermedad estaba bastante proliferada. Panamá no escapó a esta plaga que fue el terror de los padres de familia que vivían con pánico de que sus hijos pequeños se contagiaran.
Todo comenzó el 1 de septiembre de 1950, fecha en que se detectaron los casos iniciales de polio en la ciudad capital. Las cifras de infectados aumentó gradualmente por el resto del año, dejando una sensación de incertidumbre sanitaria entre la población.
Llegó el año nuevo 1951 y la epidemia no daba señales de bajar su ritmo de propagación. Para entonces los casos superaron los 130 y se reportaron en lugares como Chepo, Arraiján y la Zona del Canal, además de la Ciudad de Panamá. Nosocomios como el Gorgas, Santo Tomás, el Hospital Panamá y el Hospital de Clayton lidiaron con los enfermos, algunos de ellos terminaron en muertes. Los hoy vetustos pulmones de acero fueron un instrumento muy usado para tratar la enfermedad.
El doctor Roberto Sandoval, director del Departamento de Salud Pública, solicitó el 11 de enero al alcalde del distrito capital, Ángel Vega Méndez, la suspensión de los carnavales y de cualquier tipo de reunión y evento público relacionado a estas festividades. Ese día se reunieron las autoridades médicas panameñas y de la zona canalera para llegar a un acuerdo sobre la existencia de un estado de emergencia que requería tomar decisiones drásticas y evitar la propagación de la epidemia.
Al día siguiente (12 de enero) se publica el decreto número 8 de 1951, por el cual se suspende y prohíbe todas las festividades que con motivo de los carnavales debían celebrarse en la capital del 3 al 6 de febrero.
La prohibición incluía desfiles, bailes en lugares como toldos, patios, cantinas, centros sociales, clubes nocturnos, hoteles y residencias particulares. De igual forma, las actividades religiosas como procesiones, catecismos y misas se cancelaron hasta que se superara el problema. Lo mismo aplicó para las manifestaciones y mítines políticos. El propósito era detener las aglomeraciones a toda costa. Las multas por infringir el decreto iban desde los $500 hasta $1000.
Los campos de juego y parques infantiles fueron clausurados, e igual los juegos escolares durante el tiempo de recreo y clases de gimnasia. Con los niños las normas eran más estrictas ya que eran el grupo de mayor riesgo de la enfermedad.
El Hospital Gorgas hizo un llamado de alerta a fin de reclutar enfermeras entrenadas para realizar tareas especiales en casos de polio. Los medios de radio y prensa llevan a cabo una intensa campaña ante la población con el objetivo de dar a conocer las nuevas medidas sanitarias, entre las que estaban botar trastos viejos y fumigar buena parte de la ciudad. Otras de las medidas comprendían el cierre de los mercados que estuvieran desaseados y la no admisión de los menores de 16 años a los cines.
Lo siguiente que verás son solo algunos de los recortes de periódicos con noticias referentes a aquel brote de polio: